OTRA MADRUGADA

Con cada paso entre la lluvia recuerda la caricia plasmada en su cama entre sabanas suaves su piel tibia  en ese beso que agoniza con la hora desvanecida en un murmullo, de despedida.

En cada paso solo deja el contorno de su espalda que en minutos acariciabas dueño del universo en cada poro  una estrella,  por tesoro en el derroche de su cuerpo.

En cada paso sus piernas, cierras los ojos y recuerdas ser prisionero de sus te quieros  mientras enredado a sus piernas, caderas en manos,  el cielo.

En cada paso, por cada gota de lluvia mientras crece la distancia vestida de rojo se dibuja una sonrisa,  en mi cara,  sabiendo que me observas, segura de tenerte.